Mi niña

¡Nunca voy a ser como una niña de ocho años si sigo durmiendo contigo! me dijo mi bebé con tristeza... quizás tenga razón, probablemente ya esté muy grande para compartir mi pequeña cama de una plaza... pero no puedo evitarlo.
Noche a noche le pido que se quede conmigo y los pocos días en que no consigo convencerla y mi pequeña, con su largo pelo y su femenino pijama, se dirige a su dormitorio yo sufro con locura... está tan lejos de mi abrazo entonces!!! los minutos se me hacen eternos e imagino arañas malignas bajando desde el techo para hacerle daño, ladrones nocturnos que ingresan a su rosado mundo para destruirlo todo y ella... ella está sola. Sola porque de mí la separa una pared.
Aunque mi niña lo intente no logra dormir sola... a media noche sucede lo previsto. Se abre una puerta y un par de pies descalzos caminan por la alfombra hasta llegar a la cama de la habitación vecina... luego la tomo en brazos y la llevo hasta mi cama, pero a veces solo me acuesto a su lado para escucharla respirar mientras vuelvo a conciliar el sueño.
Invariablemente pregunta si se cambió sola o la cambié de pieza yo... a veces le miento para que no se moleste, pero siento como mira mis ojos en busca de la verdad.
Y es cierto, ya es una niña grande, que casi alcanza mi hombro y sé que pronto dejará de ser pequeña. Inevitablemente comenzará a dar sus primeros pasos por el camino que la llevará a convertirse en un hermosa mujer y para eso no queda mas de un año... anoche intenté acunarla, pero me faltaban brazos y a ella le sobraban piernas. Tuve que conformarme con acariciar su largo pelo oscuro y besar sus suaves mejillas.
¡Nunca voy a ser como una niña de ocho años si sigo durmiendo contigo! me dijo... y yo la observo apurandose a crecer.... lo que ella no entiende aún es que está niña de 27 años, tiene miedo de perderse la visita de ese abrazo dormido mientras me dice entre sueños "te amo mucho mamita".