30 de marzo de 2008

Delirio otoñal

Adoro el otoño, por que sus colores evocan la calidez del verano y la temperatura anticipa las lluvias que vendrán.

Porque el aroma de las hojas secas llena mi mente de recuerdos inexistentes y me permite imaginar que soy un arbol más, uno que poco a poco desecha las hojas que lo cubren.
Comienzo entonces a desvestirme, poco a poco,y con el temblor propio de la primera desnudez voy dejando atrás lo que no sirve, todo aquello que un día fue útil y que hoy, ante la posibilidad de renovar mi propio mundo, decido concientemente dejar atrás.

Junto con mis ropajes antiguos y resecos, dejo los recuerdos que ya no lo serán, las personas que quise querer y no logré retener en mi corazón, las vivencias que nada aportaron a mi existencia y las tristezas q ni siquiera llegaron a serlo de verdad. Ahí en el suelo junto a la cama descansan, mientras me desprendo de lo demás que he de abandonar.
Imitando a la naturaleza que me rodea, me despojo de mi hojas y las dejo volar libres con el viento, segura de que su destino será mejor sin mí.

Ilusionada con la inocencia de quien no conoce lo que sucederá, sueño con las nuevas hojas que cubrirán las desnudas ramas q conforman mi cuerpo... meses completos me refugiaré en mi interior, esperando a la primavera que traerá todo su esplendor.
Tranquila esperaré los primeres brotes, que como todo lo desconocido, habrán de asustarme en el proceso, pero poderosa como las raíces que me sostienen, soportaré hasta ver el respalndeciente verde cubrir mis senos.

Hoy me despido de mis antiguos compañeros, de aquellos que me acompañaron hasta hoy, que sirvieron para cobijarme y cubrirme a ratos, pero que el tiempo resecó hasta dejarlos caer... los que han de acompañarme aún, tatuados están en mi piel, como corazones de enamorados dibujados con navajas en el tronco del roble que se mantiene por años en pie.

Un beso y un delicado abrazo daré a cada una de mis pequeñas hojas antes de caer, antes de dejar que el viento las arrastre hacia mundos inexplorados y lejanos para mí. Continuo en mi delirio otoñal, mientras el viento abraza mi cuerpo calato hasta llegar a rozar sutilmente mi marcada piel.

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