23 de enero de 2007

Homo sapiens

Hombres, hombres, hombres. En mi vida la testosterona forma parte del aire, oxigeno, no quiero y no puedo vivir sin ella.

Y no es solo el hombre, es la escencia de la masculinidad lo que necesito para vivir, lo que mueve mis actos y lo que , muchas veces, dirige mis decisiones. Entre las muchas experiencias vividas siguiendo los impulsos de las hormonas masculinas que abundan en mi sangre, he encontrado personas que dejan de serlo cuando descubro que en realidad son y siempre fueron personajes.
Divertidos, excentricos, complejos, raros, feos , lindos, llamativos, insoportables e interesantes personajes, de todos he visto... sin embargo, mi preferido es y seguirá siendo aquel que logre sacarme de mi mundo, desarmar mis teorías, enseñarme lo desconocido y llevarme a un mundo nuevo.
Entre ellos está el hombre- animal, un hombre normal, con todas sus características pero con la adición de su agudo olfato y la manía de reconocerte por el aroma... la costumbre pegar su nariz a mi piel provocandome la extraña sensación de estar siendo asaltada, robada... de creer que con tan particular forma de acercarse podría adueñarse de mi aroma.
Sin duda un enigma que no se desentrañar, una costumbre que nunca antes vi ni conocí...

El oído, el tacto, la vista, el gusto y el olfato en ese orden de prioridad están los sentidos en mi vida... nunca pensé ni reparé en el echo de que los seres humanos, como todo animal, tenemos la capacidad de conocernos, gustarnos, conquistarnos, seducirnos, excitarnos y hasta enamorarnos por intermedio del olfato.
Y sí, las famosas feromonas, salen por nuestros poros al exterior y como la voz, como la imagen son capaces de identificarnos en medio de la tribu. Pero nos esmeramos en en evitar las diferencias, en tapar nuestras características, en vestirnos igual al resto y en oler como todos los demás. Entre shampoo, jabones, desodorantes, cremas y perfumes perdemos nuestra escencia, nos mesclamos con la masa, nos perdemos en ella, en medio de la multitud somos , olemos como uno mas.

Y el personaje aquel, que seguro ha de leer estas líneas, me ha sacado del mi ignorancia y con sus actos tan animales como necesarios, tan evidentes como olvidados ha abierto para mí las puertas de un mundo que siempre ha estado ahi, pero el cual no he sentido la necesidad de investigar.
Un mundo nuevo se abre ante mis ojos, mas bien ante mis narices y el aroma de los que me rodean llena mis pensamientos. El fresco olor de las manazanas verdes, el aroma de la piel de mi hija, del cabello de mi ex, de los besos del pasado, del sexo apasionado y del enamorado.... un universo de aromas ante mí...inexplorado, nuevo, desconocido. Todo lo que necesito para seguir... conocer, explorar, disfrutar.

1 comentario:

Alfredo dijo...

Los olores...mmmm...si...marcan una presencia y delatan las ausencias...aquellas huellas que no las borra ni el paso del tiempo, ni las desgracias pasajeras. Un vínculo con el pasado, con lo deseable del presente y con aquellas esencias que conforman la vida...y más aún cuando aquel olor te saca del mundo, de lo rutinario. Cuando olor se une a carne, a placer...a pena, olvido y a un nuevo olor por reconocer...
Llegarás a conocer aquel olor, aquel aroma que te de vueltas el estómago, que haga temblar tus piernas?...quién sabe...pero la búsqueda, de por sí, es interesante...muy interesante...
Saludos péndex...