9 de agosto de 2007

La Torre

Faltaba el aire en aquella repleta habitación,el oxigeno lentamente desaparecía y ella podía ver como su piel cambiaba de color.Mas era tan comodo quedarse allí,sin temores, sin hambre ni frío cubierta por un manto enorme capaz de protegerla del mundo y sus peligros.
En la torre estaba a salvo de todo y de todos, segura, tranquila...pero algo faltaba en aquella sofocante habitación.No era aire,pues lentamente fue acostumbrandose a la carencia de él, y a ese tono azulado en su piel, probó con abrir la pequeña ventana que el inmenso manto le dejaba ver... respiró profundo, y un goce nuevo le lleno el rostro de color, pero no tuvo el valor de mirar al exterior y regresó a la calidez de su solitaria guarida.
Y en la torre no estaba sola, el gran manto estaba siempre a su lado, pendiente de cada detalle, listo para cumplir cualquier petición.
Pero ella empeoraba, la luz de sus ojos se fue junto con la suavidad de sus palabras y la tibieza de su piel. El manto preocupado habrió la ventana otra vez y la acercó a ella... una brisa fresca devolvió el brillo a sus enormes ojos ¿ que habrá del otro lado pensó? ya no podía recordar.
Se asomó con dificultad por la diminuta abertura que parecía hacerse cada vez mas pequeña .. y vio el mundo.. aquel que abandonó por la seguridad del manto. Vio campos interminables ante si, personas que sufrían , pero que también reían y se contagió con ellas. Deseo correr, mesclarse entre la gente, sentir la mano del viento acariciandole el rostro y la hierba bajo sus pies... pero el riesgo era demasiado.Regresó a su calida habitación.
Días mas tarde el color de sus cabellos fue a reunirse con el brillo de sus ojos, la suavidad de sus palabras y el color y tibieza de su piel... todos juntos quedaron resguardados en un rincón... a salvo del peligro, custodiados por el manto protector. Ella empeoró, dejó de soñar, de ver, de respirar.Asustada se asomó a la ventana y pudo ver con claridad... el sol iluminó su rostro devolviendo temperatura a su piel...
corrió escaleras abajo con el manto siguiendole el paso "Nadie te dará lo que yo" le escuchó decir al cruzar el umbral.
Caminó descalza por las praderas, cantó llenado de luz su corazón, sintió el calor de los rayos sobre su piel y el agradable dolor de sus cabellos golpeandole en la cara ... y ya no tuvo miedo, podría lastimarse, pero también reir.

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