18 de mayo de 2007

Religión

Soy católica por bautizmo, pero como muchos,hace años que no me considero perteneciente a la religión que predomina en mi país.
La verdad, me cuesta comprender que lleva a las personas a creer ciegamente en algo o alguién, sin pruebas concluyentes, pero lo que me es particularmente extraño, es la fé ciega en los " mandatos divinos" que cada religión exige cumplir a sus devotos y que muchos de ellos respeta o al menos finge hacerlo.
Debo tener un cerebro pequeño y algo mal formado,porque me es dificilísimo entender porque es malo bailar, tomar café o decidir cuantos hijos puedo llegar a mantener en condiciones adecuadas. Hay muchas cosas que no caben en mi escaso y deforme cerebro, y son más aún las que mi exigua tolerancia soporta. Sin embargo comparto creencias y ritos, aunque debo reconocer que no es por las mismas razones que la mayoria tiene para ello.
Creo en la fuerza de las cadenas de oración,porque años atrás fui protagonista de algunas y pude sentir sus beneficios...no, no estoy contradiciendome, para mí todo tiene una explicación científica o a lo menos racional y las cadenas de oración por cierto que la tienen, su efectividad radica en el amor que ellas transmiten, en que quien las recibe siente la necesidad de luchar, no por sí mismo, sino que por los demás. Surgen preguntas como ¿porque tantas personas que no conozco me regalan minutos preciosos de su vida por intermedio de la oración? ¿será que vale la pena seguir? y finalmente, el compromiso con esas personas, con su fé te da energías pata continuar.
Lo mismo me pasa con los ritos como bautizos, primeras comuniones, confirmaciones y matrimonios, la alegría que provoca en los protagonistas sentirse cercanos a su fé a un Dios que no ven, pero que dicen sentir, me llena de alegría. Es cierto, no creo en lo que ellos, no comprendo sus razones para seguir mandatos que rigen sus acciones, pero ¿quién soy yo para cuestionar y destruir sus mundos?
Nadie.
No puedo obligar a nadie a pensar como yo, a decidir por si mismos que deben o no deben hacer, asi como no pueden hacerlo conmigo. No creo en un Dios castigador, en uno que condena al limbo a un bebé sin bautizar, o al castigo constante de revivir sus sufrimientos a un suicida sobrepasado por su propia vida.
Pero sé que cada quién tiene el derecho a refugiarse en aquello que le da tranquilidad... hay quien escoge ayunar los sabados, golpearse el pecho arrodillado frente al altar o recorrer kilometros y kilometros de rodillas. Yo prefiero amar con fuerza y creer en mí y en las personas que amo, consciente de que muchas veces errarán al igual que yo.Elijo pedir perdón de frente cuando lo considere necesario... hacerlo a oscuras, con un desconocido vestido con sotana, sin dar la cara no solo me parece inconsecuente, lo considero una cobardía.

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