14 de julio de 2008

Humildad

¿Por qué hacemos cosas que no estamos dispuestos a hacer? fue la pregunta inmediata que mi cerebro creo en un minuto de infinita lucidez, lucidez que desde un tiempo a esta parte a jugado a esconderse de mis pensamientos.

No sé bien por qué, pero los últimos meses de mi vida han estado repletos de hechos y situaciones que, normalmente, no estaría dispuesta a presenciar, aceptar, ni mucho menos a protagonizar. Creo, después de unos pocos minutos de análisis, que muchas de aquellas acciones, o no acciones como prefiero llamarlas, se deben simplemente a una temporal inseguridad, a la necesidad de dejarse llevar y a la falta de amor... de amor propio digo, pues del otro, del que proviene de los muchos seres maravillosos que caminan junto a mí, sé que estoy rodeada... el amor que los demás me demuestran a diario es tan potente, enorme y real que de él no puedo dudar.

El deseo de sentir que las cosas deben suceder, sin la necesidad de que yo misma las genere, fue la que me llevó a dejar de actuar, a aceptar palabras, frases y acciones que, en cualquier otro momento de mi vida jamás, jamás de los jamases hubiese aceptado. Y si, todo tiene una razón, todo pasa por algo, sigo creyendolo, he vivido, he aprendido una tremenda lección de humildad.

Hoy sé que no lo puedo todo, sólo muchisimas cosas,pero hay muchas que escapan a mi control, hay muchos sentimientos que aún no logro dominar, pero aún así, hoy en un instante de infinita lucidez comprendí que hay cosas que no pretendo volver a hacer, mucho menos a soportar.

Se me acabó la paciencia, se me acabó el dar, no por que no crea que deba seguir haciendolo, solo que me doy cuenta de que hay personas que merecen mi entrega, mi amor, mi comprensión y mi apoyo, y que otras nunca lo merecieron en realidad. Mi alma en paz, descansa luego de tan ardua batalla, de una batalla que libré en el intento por conseguir lo inalcanzable... hoy sé que hay cosas que jamás lograré y entre ellas está el cambiar el curso de las cosas y el corazón de quienes nunca lo tuvieron.

En las últimas semanas luchaste, si luchaste, por mantenerte en mí, pero te contaré que no lo conseguiste... horas, días, semanas y meses completos desperdicié intentando formar parte de ti, y el mismo tiempo invertiste en formar parte de mí. No lo lograste, hace semanas ya que comenzaste a instalarte entre mis recuerdos y ahí estás, como una experiencia de amor y dolor, de risas y lágrimas, de testarudez y humildad.

Esta historia fue, no una historia en sí, sino una tremenda lección de humildad y humildemente, con la cabeza gacha asumo que perdí, que perdí tiempo y energías, sueños y esperanzas, más salí victoriosa, hoy tengo de regreso en mi pecho mi dignidad.